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HUGO ORLANDO GATTI: Se fue el "loco" que rompió el molde de los arqueros

HUGO ORLANDO GATTI: Se fue el

La pasión por el fútbol tiene raíces en el romanticismo. De aquellos años 70-80, desde los tiempos en que los goles llegaban por radio a transistores y uno soñaba con conocer una lejana Bombonera. 

Tiene raíces en los personajes como Hugo Orlando Gatti, uno de esos arqueros que rompen moldes, instalan modas y se ganan el corazón de los hinchas. Son esos ídolos que, a pesar de haber dejado su cuerpo a los 80, por un cuadro irreversible, seguirán marcando el camino de los arqueros que vienen.

Gatti, Hugo Orlando, nació futbolísticamente en Atlanta, jugó en River, Gimnasia, Unión, y después se adueñó de los tres palos del Xeneize, donde su figura brillará para toda la eternidad.

Dueño de un estilo irreverente, desenfadado, y hasta soberbio, Gatti se proclamó "Yo, el mejor de todos" en la tapa de un libro que contó su vida. Fue el que le dijo "gordito" a Maradona, que después se desquitó con cuatro goles por su insolencia, y pudo ser el arquero de la Selección campeona en el '78, de no ser por una inoportuna lesión en la rodilla.

Desde ese debut en Atlanta hasta la despedida forzosa en Boca contra Deportivo Armenio, pasaron poco más de 26 años. Fueron 765 partidos oficiales en Primera A (es el jugador con más partidos jugados en la historia del fútbol argentino). Tiene otro récord: es el arquero que más penales atajó (26), compartido con otro grande: Ubaldo Fillol.

Gatti, Hugo Orlando, era capaz de las atajadas heroicas, haciendo "la de Dios", cuando enfrentaba con el pecho y los brazos abiertos a los delanteros más letales del fútbol argentino, y sufrir goles absurdos por su osadía. Pero cuando le salían bien, la mayoría de las veces, la hinchada de Boca hacía temblar la Bombonera en su honor.

El los '70 nos tenía prendidos de las radios para escuchar sus salvadas monumentales, o cuando decidió jugar de "9" en Boca porque el equipo no hacía goles, o salió a cortar una pelota y la llevó hasta mitad de cancha para dársela a Perotti, quien después anotaría en el arco de Estudiantes de la Plata en la campaña del 81.

Vestía de fluor, rosa, rojo o amarillo, con vincha, anticipaba jugadas, paraba centros con una mano y le pasaba la pelota por encima de la cabeza del delantero cuando este amenazaba su arco. Era flaco, desgarbado y un genio en una época de genios en el fútbol argentino, con Bochini, Alonso, Valencia, Maradona, y tantos otros. En definitiva, un "Loco".

Siempre dijo que él no se había retirado. Y no lo hizo. Porque siguió viviendo por y para el fútbol. En su tiempo fue imitado por los arqueros en los potreros, como hoy los chicos lo hacen con el Dibu Martínez.

Gatti, Hugo Orlando, se ganó su lugar en la historia rompiendo los límites de las fotos del Gráfico y los relatos de Muñoz en la radio a transistores, para meterse en la imaginación de los amantes del fútbol. 

En largas noches románticas de victorias xeneizes en la Copa Libertadores, en atajadas inolvidables, y en nuestros sueños de niños, cada vez que en el potrero, queríamos jugar de arquero, para parecernos un poco a él. Después de todo, la pasión por el fútbol tiene sus raíces en el romanticismo de tipos un poco "Locos".
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