JOSÉ GINER (H), TENISTA: “Me hubiese gustado darme la oportunidad para ver hasta dónde podía llegar”
Dicen que hay "tenistas" y "jugadores de tenis". Y no se puede repasar la historia reciente (y no tan reciente) del Córdoba Lawn Tenis, sin mencionar el nombre de José Giner (h), más conocido como “Pitoto”. Socio del Club desde los 18 años, fue uno de los mejores tenistas juveniles del país en su tiempo y luego tres veces presidente del club. Pero esos son apenas unos de tantos hitos de una inmensa pasión por el deporte de raqueta, una pasión que hoy mantiene encendida a los 75 y sin dejar de jugar.
“Mi padre (el recordado General Giner) era un fanático del tenis. El conocía a una persona y cuando esta persona le decía que jugaba al tenis, él le decía: ‘entonces sos muy buena persona’. No llegó a ser un gran jugador, pero llevó al tenis en la sangre. Como militar le daban distintos destinos y siempre el tenis le sirvió para vincularse. Con él empecé a jugar en el Santa Fe Lawn Tennis Club a los 9 y no lo he dejado”.
Para Giner, “el Lawn está por encima de mi segundo hogar. También es excesivo decir mi primer hogar, pero está al medio. Acá están mis amigos, mis hijos han vivido su tiempo en este club. El Córdoba Lawn es un club exclusivamente de tenis, sólo se juega al tenis y nada más”.
En los 66 años que lleva adentro de las canchas, “Pitoto” ha vivido grandes cambios. Y no sólo en lo deportivo, “cuando Vilas y Borg parecía que jugaban en cámara lenta”, sino también en todo el entorno al juego en sí. Hasta ha pasado por experiencias que hoy serían impensadas. “Amadeo Nuccetelli (gran dirigente de Talleres), un gran amigo, me había regalado unas camisetas para jugar al fútbol en el club. Jugué una final de dobles de Primera en el Córdoba Athletic, la jugué con Juan Carlos Vocos contra Lerda y Marcelo Pacheco. Pensábamos que íbamos a estar solos y empezó a llegar mucha gente, incluso dirigentes. Nos pusimos la camiseta y arriba el buzo, y en el partido no sacamos la campera. Y se armó un escándalo. Justo Talleres estaba jugando un partido y desde las tribunas nos alentaban. El tenis se jugaba de blanco como en Wimbledon, y nos suspendieron tres meses por eso. Eso fue en 1977 pero en Talleres nos dieron el carnet de socios en compensación”, ríe.
-Habiéndote acompañado tanto tiempo, ¿qué es el tenis para vos?
-Al tenis le debo mucho. Muchos amigos y en todos lados, Tucumán, en Santiago, en Salta, en Buenos Aires, en todos lados.
-¿Cuál es el estereotipo de un tenista?
-Un tenista debe ser buena persona, fundamentalmente. Debe ser prudente con su vida si quiere ser tenista, porque en el tenis tenés muchas chances de cometer errores. Hay que ser prolijo, como lo fue Guillermo Vilas, que después de los entrenamientos pasaba horas en el frontón. Hay que cuidarse mucho.
Y agrega: “por otro lado, la caballerosidad se ha perdido demasiado. Ni que hablar en los torneos. No hablo del Circuito mundial porque allá arriba está muy reglado todo, con los árbitros o lo sistemas electrónicos, pero en lo que es en el tenis cotidiano, que uno ve a nivel de clubes, hay veces que tengo vergüenza ajena.
-¿El tenista tiene que ser hípercompetitivo?
-Es imprescindible para un buen jugador de tenis, y mucho más a un alto nivel, tener esa necesidad de triunfo. No son cinco personas como en el básquet, donde de repente tenés tiempo de reponerte. En el tenis no, es uno contra uno. Si en los juegos individuales no tenés las ganas de ganar, no lo lográs.
-Es un deporte individual, con muchas presiones, superficies distintas.
-En el tenis estás solo. Te toca jugar una final como le pasó a Nalbandian en Wimbledon, y te encontrás con un rival implacable, en césped, con todo ese público. ¡Hay que tener personalidad para soportar eso! No cualquiera puede. Hay jugadores que han llegado a jugar torneos importantes y cuando llegaban a la final arrugaban. Hay muchos componentes que hacen a la cabeza de un jugador, y es por eso que muchos no llegan.
-¿Qué te hubiese gustado lograr en el tenis?
-Hice una gira de 10 meses afuera, nos mandó la AAT con Modesto Vázquez y después se sumó Vilas. No había internet, ni telefonía celular, y extrañé mucho, y eso no era para mí. Volví a Córdoba y empecé a estudiar Derecho y acá estoy. Me hubiese gustado poder probar mi suerte como tenista. Darme la oportunidad para ver hasta dónde podía llegar, pero no tenía esa fortaleza para aguantar una gira de 10 meses sin ver a mis padres, mis amigos, mis afectos. Había que estar preparado para eso.
-Ves un niño que pinta para crack y de pasada le tirás unos consejos. ¿Qué le dirías?
-Que respete tu vida tenística. El tenis es muy exigente, no te podés dar lujos, así que debe cuidar su vida tenística. Que se rodee no sólo de buenos profesores, sino de buenos consejeros. Y, si quiere llegar lejos, como el tenis es muy exigente, debe vivir para el tenis. Sino en paralelo que vaya preparándose para que su vida pase por otro camino, y que el tenis sea sólo un deporte en su vida, y no su vida misma.
Se pueden hablar horas de tenis con él. Su larga experiencia se mezcla con la pasión por el tenis. Los recuerdos y las anécdotas, algunas de impensadas al día de hoy, pintan una larga historia con el club, el tenis y nombres legendarios. Por allí caminó “Pitoto”, un "tenista" que hoy a los 75 sigue pegándole a la pelotita. Y no piensa dejar de hacerlo.
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