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HISTORIAS DE KARATE: “Si uno sabe leer y seguir al karate, nunca te vas a meter en nada malo” (Leonel Bordenik, KaizenKan)

En el Dojo es una de esas personas que rompen la monotonía. Tira bromas o comentarios con gracia con la profundidad de un zuki, y claro, el resto "se defiende" y vuelven las cargadas y los ecos de sus comentarios. Su confianza es una muestra de que se siente como pez en el agua, cómodo, integrado a un espacio en el que hay "buen clima". Ahí, Leonel Bordenik está feliz y se siente pleno. 

No es para menos. A los 50, disfruta del entrenamiento, del grupo, del tercer tiempo de los viernes. Hace ya 42 años que practica karate junto a Roberto Gerban, su sensei de siempre. Es 7° Dan, y guarda una relación casi de sangre con quien lo guió en este “camino de la mano vacía”.

“Hago karate desde 1983, cuando apenas tenía 8 años. Siempre fue con mi Sensei de toda la vida, Roberto Gerban, que para mí es familia. Imaginate, a los 8 años uno lo ve como un profesor con todo el respeto del mundo- recuerda-. Pienso que hoy eso se está perdiendo un poco. Eso enseñamos en karate, la disciplina y el respeto a los mayores, y a los más antiguos en todos los aspectos”.

La KaizenKan tiene relativamente poco tiempo de vida, “pero con Sensei veníamos haciendo con otras escuelas de la línea Shorin Ryu. Si bien cambió la escuela, el logo, es el mismo karate de siempre. Siempre lo seguí a él en un karate tradicionalista, no deportivo, que era lo que estaba de moda en los ‘80”. 

-¿Qué fue cambiando en el karate tradicional desde que lo practicás?
-Antes era muy importante la disciplina y el respeto absoluto al Sensei que da la clase. Casi no se veía a un alumno dar la clase, y eso generaba mucho respeto, disciplina; cuando él hablaba nos callábamos todos. Temblaban las paredes cuando hablaba el Sensei. Hoy no es así, pero es también por un cambio en la sociedad misma.

-El karate tuvo que adaptarse.
-Sí, mundialmente. Pero la técnica nuestra se mantuvo buena. De hecho, cuando una comitiva de acá fue a Okinawa en Japón, la cuna donde nació el karate, no tenían la técnica como nosotros, como uno podía pensar. Estamos por el buen camino.

-Por qué alguien perdura tanto tiempo en el karate?
-No sé, pero el karate es un sentimiento que lo tengo adentro. Vos podés empezar karate porque te llevó tu papá y te hiciste amiguitos, pero los compañeros se van y vienen nuevos. Siempre me quedé. Evidentemente es algo que lo llevo adentro mío. 

-¿Será el sentido de pertenencia que despierta su tradición?
-No, me parece que es más personal. Cada individuo siente diferente. La parte tradicional ha perdurado más en el karate, pero porque le da mucho más espacio al respeto y la disciplina que a la defensa personal. Eso ayuda muchísimo al crecimiento personal. El karate me enderezó muchísimo, te enseña a no pelear, a respetar, cosas que por ahí tendría que enseñar la familia.

-¿Es sólo conductual o internamente, en tu cabeza, te hizo pensar diferente?
-Me enseñó mucho la disciplina, a ayudar a un ciego a cruzar la calle, cosas básicas que deberían hacer todos. El respeto y la disciplina es todo. Es la forma de enseñanza y el encastre del karate en la vida cotidiana.

-¿Cuál es el prototipo del karateca?
-Qué pregunta. Para mí el mejor karateca es humilde, no se mete en líos, es callado y defiende hasta su muerte sus ideales, familia y amigos. El karateca es eso, no pelear, menos meterse en la droga, y esas cosas. Y si se meten con él, aparece, y cuidando sus familias y amistades.

-La formación actúa como un freno a los flagelos sociales.
-Es una disciplina. Cuando estás disciplinado, educado, sabés lo que es bueno y malo, y con eso ya está. No tenés porqué meterte en cosas malas. El karate es disciplina, si uno sabe leer y seguir al karate, nunca te vas a meter en nada malo. No te hace falta.

-¿Y hoy, que te da la KaizenKan?
-A mis 50 siento que hay un montón de chicos detrás, mirando y copiando, y siento la responsabilidad de ayudar a enseñarles. Hay muchas actividades que está haciendo la Kaizenkan en las cuales no puedo asistir seguido, pero me gustaría estar más tiempo, y ayudar, en lo que sea. 

-Suena a una gran familia.
-Sí, siempre, pero eso es por Sensei Roberto. No por la Kaizenkan, ni Miyazato, ni Shinzato. Es el sensei Roberto Gerban quien, por personalidad y forma de ser, nos hace sentir familia. Hace 42 años que lo conozco y no me he movido de su lado. Él genera eso, que haya tercer tiempo, que haya comunicación y de buena onda incluso con escuelas que no son la nuestra.

Leonel Bordenik, 7° Dan, seguirá tirando bromas en el Dojo con la profundidad de un zuki, y claro, recibirá la réplica merecida con cargadas y reproches. Eso lo hace sentir así, pleno, en su espacio. Ocurre cuando el karate se ha encastrado completamente con tu vida cotidiana. 


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