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GERARDO SALORIO, PF DE FÚTBOL: "Me pongo contento cuando veo un pibe que toma decisiones en la cancha"

Si uno va a hablar con Gerardo Salorio, debe saber que por cada concepto teórico que vierte, tiene mil anécdotas para respaldarlas. Es que el reconocido preparador fí­sico tiene un historial envidiable: posee el récord de obtenciones de tí­tulos mundiales de fútbol juvenil como preparador fí­sico. Ganó cinco Mundiales y tres Sudamericanos de fútbol junto a la Selección argentina sub-20, y además un sudamericano con la categorí­a sub-17. Y estuvo y trabajó con todos y cada uno de los grandes cracks de fútbol argentino de los últimos 40 años. Inmenso.

"Si, el tema es que los jóvenes no lo saben, preguntan quién es este hombre canoso", bromea.

-O lo reconocen como el PF del bigote grande.
-Mi bigote tiene una historia. Me lo saqué en un campeonato Sudamericano en 2015 y un jugador me preguntó por él. Le dije: "Cuando empecé tení­a 23 años. Los jugadores que trabajaban conmigo tení­an mucha más edad que yo. Como tení­a que tener apariencia de esa edad, me dejé el bigote muy tupido. Ahora trabajo con usted que es un niño, entonces tengo que tener pinta de más joven, por eso me saqué el bigote. ¿Le satisface esa respuesta? Sí, -me respondió-. Bueno, ahora a correr -le repliqué. El personaje que me hizo la pregunta era (Agustí­n) Almendra.

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-Estás dando charlas online con Capacitación Entre Rí­os (CER), ¿cuál es tu idea de Escuela de Fútbol Infantil?
-Lo que quiero desarrollar es lo que opino de la Escuela de Fútbol Infantil. El resultado es importante pero no es elemental. Lamentablemente en un paí­s resultadista, no vemos el desarrollo de un chico en cantidad de tiempo y de calidad de trabajo que le estamos dando. Hay que pasar toda una preparación pedagógica para poder desarrollar y hay que tener en cuenta muchas cosas. No le podemos pedir determinadas funcionalidades a los niños porque no están preparados. Muchos de ellos están haciendo etapas evolutivas mucho más avanzadas a las que corresponde a su edad. Por eso mi objetivo es educar, formar y contener.

-Los chicos hoy quieren todo ya, ¿se ha "profesionalizado" demasiado el deporte infantil?
-Algo hay. El problema más grave es que va cualquiera a trabajar en esa área. Deberí­an tener una gran calidad en iniciación deportiva. Si no se hace bien la base, los chicos no van a hacer ningún deporte.

Con los profes pasa algo parecido. Estaba hablado con un chico que trabaja conmigo, y también quiere llegar a la cúspide. Le mostré los chicos en la cancha y le dije: este es tu trabajo, armar la base, para que después nosotros podamos llevar a los chicos a lo más alto. Este es tu éxito. Si no se lo digo, como lí­der, como coordinador del área, fracaso yo. Le tengo que decir que es muy bueno.

-Tiene ansiedad por sobresalir, y es un proceso.
-Hay gente que se capacita muchos años y él está desesperado por ser coordinador. Le aclaré que la situación mía se da una en un millón. A los 27 años manejaba Primera División, y a los 36 era campeón del mundo, pero porque estaba en el lugar indicado en el momento indicado, y porque hubo mucha gente que me ayudó un montón, desde mis inicios con Ángel Labruna, a seguir con José Pekerman. Tuve mucha suerte, después sí­, la fagocité y la sumé a mi favor.

-Todo te llegó muy rápido, algún mérito debiste tener.
-Cuando tení­a 25 años y sólo un par de zapatillas, fuimos a concentrar a Carlos Paz. En un momento determinado se me habían acabado la capacidad de ejercicios, y dije "ah, lo que me falta, me tengo que poner a estudiar". Al día de hoy me levanto a las 6 de la mañana y me pongo a estudiar. De eso resultan cosas nuevas. Por eso todo tiempo presente es mejor, porque tenemos más tecnología, más avances, más productividad, más conocimiento.

-Si hoy hay más conocimiento y tecnologí­as, ¿por qué hay profesionales con tanta vigencia?
- Los chicos te llevan una gran ventaja, pero hay un tema que no manejan: el tema humano y la comunicación. La comunicación es fundamental. ¿Cuál es el problema de los chicos? no comunican bien, están tan detrás de la tecnologí­a, de las redes. Si vos vas con tranquilidad y diciéndole lo que uno cree conveniente, a la larga vas a entrar a ese corazón joven que cree que lo sabe todo.

-¿Cómo es esa relación con su equipo de trabajo?
-Quiero que mis ayudantes crezcan como profesionales y que me superen a mí­. A ellos les dije: les voy a dejar tres o cuatro conceptos para que aprendan, y ustedes le van a agregar los conceptos donde creen que los mí­os no son buenos. Ahí­ empecé a cambiar y los dejé participar, a meter mano en los equipos. Hoy tenemos jugadoras en Primera con un promedio de 14 años.

-¿Cuándo le decí­s al jugador "se acabó la formación y ahora hay que ganar?
-Hay una etapa que va de los 6 a los 12 que es formativa, pero a partir de los 12 les tengo que enseñar a leer el partido, a buscar la toma de decisiones. Es el ida y vuelta entre entrenador y jugadores. A partir de los 13 o 14 va sumando cosas, para que llegue a los 15 años donde ya juega por los porotos. Un tres por ciento va a llegar a jugar en Primera, y si tenés un jugador que marca diferencias, a los 17 va estar en la pre-elite. Argentina es un paí­s vendedor, lo vas preparando.

-¿Un ejemplo?
-El "Diablito" Echeverri. Los rivales le pegan y sufre el rigor, pero tiene 70 mil hinchas que le dicen que lo están esperando para que defina el partido. Hay que ir formándolo, contenerlo. Ahí­ viene el despelote del adolescente, donde cree que, porque lo compro el mejor club de Europa, ya está para jugar en cualquier lado. ¡No! Está para competir, pero no para jugar.

-Maradona se aguantaba el rigor aún de juvenil.
-Estamos hablando de un superdotado. Yo tengo una clasificación: superdotados, grandes jugadores, buenos jugadores y los jugadores standard. Diego, junto a Pelé, Messi, Di Stéfano, Cruyff, es lo mejor que vi en mi vida. Di Stéfano era un distinto, ganó seis Champions con el Real Madrid, eso te da una idea. De los cinco tres son argentinos, y dos son campeones del mundo.

-¿Cómo han cambiado los jugadores en tantos años que estuviste como PF de selecciones?
-Son diferentes. En el '95 les pedía pelo corto y si tenía barba, lo mandaba a afeitar. Hoy si hago eso me echan. Antes incautaba el celular, hoy no, trabajo con él, lo incorporé. Fui cambiando.

-¿Qué porcentaje de mérito tiene el preparador fí­sico en los logros de la selección?
-Estuve con Pekerman, pero también fui campeón con Tocalli, con Ferraro, con Fillol, ¡algo debo tener! Siempre les respondí­ a morir. Pekerman sabí­a que yo era la solución de un problema; "yo me ocupo", esas eran mis palabras. A Ferraro no lo conocí­a. En 2005 Argentina perdió el primer partido del Mundial Sub 20 con Estados Unidos y pidió mi opinión. Me delegó el trato con el equipo y el grupo se unió. Después eran 10 tomando mates conmigo, y les preguntaba de la familia, de la novia, de sus cosas.

-Eras el psicólogo de los chicos.
-Tení­a un equipo de psicólogos, sólo era alguien que los escuchaba.

-¿El campeón sale siempre?
-Sí­, a veces se empantanan, pero salen. En el fútbol, con la presión, el crack, el diferente, la va a clavar en el minuto 93, y el jugador común la va a tirar afuera.

-¿Qué resultado de las Escuelas de Fútbol Infantil te deja la sensación de deber cumplido?
-Me pongo contento cuando veo un pibe que toma decisiones en la cancha y hace cuatro pases seguidos, que no empuja la pelota, y hace algo diferente, juega de primera, una gambeta. Mientras tengamos eso, nosotros vamos a seguir ganando. Me voy de este mundo como un argentino que vio ganar la Copa Davis, ganar en básquet el oro Olí­mpico a Estados Unidos. Me llevo un montón de cosas que no sé si las futuras generaciones van a ver.

-¡Y vimos ganar tres Mundiales de fútbol!
-¡Y yo participe en cinco! No, soy un afortunado de la vida, la vida me mimó demasiado. Demasiado.

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