MAGDALENA SANZ (psicóloga, disertante CER): “El agua en la infancia es mucho más que nadar”

Una extensa charla con Magdalena Sanz, psicóloga, docente y terapeuta corporal en tierra y en el agua, y con una visión integral donde conjuga aspectos pedagógicos y terapéuticos, arranca con afirmaciones que atrapan y generan la curiosidad que sólo despierta el conocimiento. “El medio acuático debe verse como pedagógico, terapéutico y educativo”, afirma; y agrega que la educación acuática familiar no se limita a los niños, sino que también alcanza a los adultos.

A partir de allí, estas premisas hacen de disparadores de mil preguntas. Magdalena explica: cuando lo pedagógico es cuidadoso y está bien orientado, es a la vez terapéutico. Y lo que es terapéutico es a la vez pedagógico. Cuando lo terapéutico soluciona, armoniza o destraba problemas, que las familias viven por estar simplemente criando niños, en ese momento todos están aprendiendo, y de la mejor manera, que es desde el bienestar”.

Así, cuenta que en su trabajo “ligo ambas cosas. Si bien desde afuera se puede ver como natación para bebés, prefiero llamarlo educación acuática familiar, porque a la pileta o grupos de juego viene la familia que tiene bebés o niños entre los 0 y 4 años.
Orientamos y acompañamos al adulto en cada etapa, para que pueda comprender, abarcar lo que significa el movimiento en la vida de sus hijos, cómo se construyen conductas acuáticas seguras, quién puede ser responsable y de qué aspectos, y cuánto los adultos son capaces de dejar los espacios de libertad acordes a cada edad y a la maduración del niño. Es una formación integral”.

“La infancia es un momento caótico -advierte-, más en esta época en la que hay muchas reglas, muchos mandatos, temores, mucha estructura y mucho de cómo debería ser. Lo que hago es analizar cómo vienen, y guiamos a los padres para comprender porque cada niño se mueve como se mueve, porque es como es, cómo contenerlo, no es lo mismo acompañar a un niño hiperactivo a uno pasivo. Vamos dando un espacio grupal, pero nos fijamos en la singularidad de cada familia”.

De ahí que, “esas razones individuales que las familias traen al agua es lo que tomamos como información. Es un acompañamiento integral y además ofrezco un espacio terapéutico solo para adultos desde el que acompaño la salud emocional en la crianza. Hay muchas situaciones de la infancia, como el destete, el colecho, el control de esfínteres, la alimentación, que afectan el ritmo familiar. Los padres se reúnen conmigo a solas y conversamos recursos y dispositivos para que los ritmos de la casa puedan amoldarse y acompañarlas”.

-No debe ser fácil porque “cada casa es un mundo”.
-Hay que encontrar los espacios de conversación intrafamiliares para entender desde dónde educa cada generación. No son los mismos los abuelos de antes que los de ahora. Se trata de ver qué hacemos con lo que heredamos de nuestra educación y cómo lo transformamos para los niños de hoy, que también evolucionaron.

-¿Cuál es el cambio generacional mayor con que te encontrás?
-Estamos viviendo un mundo en donde transitamos un problema de conectividad, y nuestra conectividad varia, cambia y se amplía. Los bebés de hoy son diferentes a los de 20 años atrás, son más despiertos y sensibles. Mi trabajo es traducir las potencialidades y las cualidades que están presentes en los bebés y cómo acompañarlos en esta época. Nuestra generación también desconstruye modelos educativos, y los seres humanos vienen con mucha más capacidad, pero a la vez el mundo que aprenden es el nuestro. Somos contenedores. Algo que cambió mucho es la idea de autoridad por ejemplo. El camino es irnos encontrando entre las generaciones para gestar acuerdos nuevos, sobre valores que son permanentes.

-Rompen las estructuras que consideran caducas, pero vuelven a ellas cuando hay tormenta.
-En ese sentido los que somos padres o madres nunca dejamos ese lugar, el niño sale a hacer su camino, pero si hicimos bien las cosas, de adolescentes o de adultos, van a volver. Hay una imagen linda que es el adulto-faro, una referencia que es estable y fija. Los nuevos marineros se adentran en el mar, y muchas veces entran en mares pocos calmos. Siempre que estamos en un maremoto, buscamos el faro.

-¿Cuánto de lo que hacés con los chicos los marca de por vida?
- Los padres llegan como llegan, pero en nuestras clases, por ejemplo proponemos llegar y sentarse frente a la pileta antes de entrar al agua. Esa pausa es necesaria, eso ya es una conducta acuática segura. Me siento a mirar el agua, hablamos de lo que vamos a hacer. Primero con los papás, que el adulto se dé cuenta porque y para qué es importante detenerse frente al agua: para que su hijo aprenda por imitación una conducta precavida. Aplicar esto frente a cualquier espejo de agua que visiten es una semilla para toda la vida, un espacio educativo donde aprende el adulto para acompañar a sus hijos frente a lo nuevo, y mucho más allá del agua.

-¿Cuál es el público más frecuente en tus cursos?
-En su mayoría son profesores o estudiantes de educación física porque el agua está referida a la natación, pero con el tiempo, por este enfoque terapéutico y pedagógico, empezó a ampliarse el público. De hecho mis cursos no son técnicos y se suman de otras disciplinas relacionadas con la infancia. Son cursos que convocan también a papás o mamás. Es el ser humano en el ejercicio de un rol común: somos todos adultos a quienes nos toca recibir a los que llegan. 

CONSULTAS POR EL CURSO: PLATAFORMA www.cercapacitaciones.com o al móvil (+54 3445) 510-117

-¿Cuál es el objetivo final del curso?
-Apunta a que cualquier adulto o estudiante, de cualquier disciplina relacionada con la infancia, pueda conocer el medio acuático, no sólo como un espacio de ejercicio de la natación, sino que pueda comprender el medio acuático como un espacio pedagógico, terapéutico y educativo.

El curso tiene tres pilares. Uno es el espacio de encuentro, entre nosotros, los intercambios teóricos, donde conversamos los temas principales para pensar juntos estos conceptos. Después hay una instancia que es la observación de bebés y niños en situación de juego libre en un salón debidamente acondicionado, para conocer que hacen los niños cuando como adultos dejamos de intervenir en sus decisiones y movimiento. Y los papás pueden ejercitar la observación. El tercer pilar es en el agua. Ahora que ví cómo es en tierra, ¿qué le propongo en el agua? Puedo generar espacios, ver cómo exploran, ¿cómo debería ser nuestro sostén acuático? ¿Y cómo lo acompañamos? Esto también implica seguridad acuática.

-¿Qué deben comprender los que hacen el curso?
-En principio entender que lo mas importante en esta situación es que hay un proceso de aprendizaje en el adulto. Es con el adulto que tienen que trabajar. Si se transforma el adulto, este puede trasladar la experiencia de las clases a la vida cotidiana. Ese es el foco del proceso de aprendizaje: el del adulto y el del niño, pero el del niño es absolutamente dependiente de que el adulto le dé espacio. Lo otro importante, es también entender que el agua en la infancia es mucho más que nadar.

-Vas a dictar este curso con CER, bajo la modalidad online.
-Este mismo curso, en el que hubo participación presencial y virtual en directo, se grabó todo el fin de semana, los cuatro módulos. Ahora esta grabación se va a transformar en un curso que va a quedar online, todo va a quedar disponible. Como cierre tiene un zoom de dos horas conmigo para poder hacer un encuentro personalizado con cada consultante. Así podemos hacer una adaptación del material a su necesidad.
Una recomendación es que más allá del curso le dediquen tiempo a sentarse en sus lugares de residencia a observar niños con esta nueva mirada. Nada reemplaza al momento de estar presente frente a un niño en su ámbito familiar.


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