ALBERTO "MATTO" DALMAGRO: 50 años ilustrando mentes y estimulando corazones en el tenis latinoamericano

En el derrotero de un formador, tiene dos misiones bien definidas mientras transmite sus conocimientos: ilustrar la mente y estimular el corazón de sus dirigidos. Pero lo que más sorprende es su capacidad para dejar en el baúl de los recuerdos su rol de deportista y celebrar los progresos del alumno. Es el mayor acto de generosidad de un profesor.
Alberto Dalmagro fue número uno de tenis de Córdoba “en todos mis años de infantiles, desde 10 años hasta juveniles, culminando mi etapa representando al país y ganando el título en el Panamericano juvenil”; y varios años número uno de Primera “ya sea en Córdoba, Tucumán y San Juan”, y como Seniors es múltiple ganador de torneos internacionales en Argentina, Paraguay y Brasil. Pero cuando da clases, “Matto” (tal su apodo en Argentina, “Che” en México) se abstrae de ese pasado de victorias y se concentra en lo que debe: que el alumno que tiene enfrente juegue cada vez mejor.
“Comencé en el club Juniors como peloteador con socios adultos del club en 1971, pero mi primer trabajo a full de profesor de tenis fue en febrero 1973, en el Tucumán Lawn Tenis. Hace 50 años de esa maravillosa decisión”, reflexiona.
Su punto máximo como entrenador lo alcanzó “en Las Palmas Racquet de Veracruz (México). Allí fui Head Pro a cargo de todo el tenis del club. Tuve que aprender marketing deportivo y liderazgo al tener muchos empleados a mi cargo, gestión administrativa, di capacitaciones a profesores, y también hice arbitrajes internacionales. Todo eso mientras seguía impartiendo clases tanto individuales como de alta competencia. Fue una experiencia increíble que me permitió ver el tenis desde todos los enfoques”.
En ese proceso, Alberto Dalmagro tuvo “por suerte, muchísimos buenos jugadores, algunos grandes campeones. Otros siguieron mi camino y hoy son profesores, y si no son grandes personas de bien, que siempre es primer objetivo”.
¿Algunos nombres? Por la raqueta y las enseñanzas de Matto pasaron grandes nombres como Mercedez Paz, Roberto Saad, Alex Rossi en Tucumán; Marisa Cordi en Córdoba; Juan Fernández, Sebastián Allende, Rodrigo Cerdera en San Juan; Juan Barboza y Villalba en Paraguay; y Luis Olivares y Ricardo Romero en México. Sin embargo, para él, “mi mejor obra fue mi hijo Germán, campeón universitario en Estados Unidos y actual coach equipo femenino de Arkansas State. Mi orgullo”.
Dalmagro, hoy radicado en Asunción, considera que para ser un buen profesor debe tener “amor por el tenis, carisma, poder de convencimiento hacia el alumno, y ganas de aprender todo el tiempo. No hay mejor forma de crecer que con capacitaciones permanentes, algo que hago actualmente ya con 50 años en las canchas asistiendo a congresos, comprando libros, viendo videos. Siempre se aprende algo”.
En este punto, distingue al profesor-formador, del entrenador: “insisto, el profesor de tenis tiene amor por el tenis, y dudo que el jugador pro tenga paciencia, carisma y dedicación a las etapas formativas. Ahí es donde se ve al verdadero profesor. Entrenar a un jugador ‘hecho’ es lo más fácil del mundo”.
-Pero, ¿qué le dejó estar tantos años en una cancha de tenis?
-Disciplina ante todo, respetar a todos por igual, niños, adultos, jugadores profesionales, dirigentes, mujeres de tercera edad… Todos son "alumnos". Respeto incluye llegar a hora, por ejemplo, el no uso d celulares en clases, cuidar la imagen personal con vestimenta y aseo personal, actualizarse permanentemente, respetar todas las opiniones las buenas y las malas, entre otras cosas.
Todo eso le dejó una gran riqueza personal. “Me enorgullece tener cientos de amigos cosechados a lo largo de mi vida como jugador y como profesor, en todos los lugares que estuve, ya sea en clubes como profesor o en ciudades dando clínicas como en San Luis, La Rioja, La Punta, Boca del Río, Saltillo, etc. etc. Te hacen sentir una buena persona y sobre todo creíble”, valora.
Con 67 años en el tenis y 50 de profesor, Dalmagro acumula mil anécdotas en sus recuerdos. Fueron 8 años en Juniors (Córdoba), 4 en el Tucumán Lawn Tenis, 6 en el Jockey Club de San Juan, 20 en el Club Internacional de Tenis (y otras canchas privadas) de Paraguay y 13 en Las Palmas Racket (Veracruz) y Chipinque Club (Monterrey), resumen miles de horas en cancha, enseñando, transmitiendo, formando a miles de alumnos.
“Tuve mil experiencias en todos los ámbitos del tenis. Fui y soy jugador, profesor, dirigente, comentarista de tenis en diario, TV y redes sociales, capacitador de profesores, árbitro general en torneos nacionales e internacionales. Mi vida entera está ligada al tenis”, concluye.
Cuando el próximo 7 de octubre le celebren sus 75 años de vida y los 50 de profesor de tenis en la Academia de Tenis del CIT, deberán poner cupo. Porque aunque hubiese un lugar lo suficientemente grande para reunir tantas mentes ilustradas y tantos corazones estimulados por Matto Dalmagro, no habría espacio para albergar la enorme gratitud que esos alumnos de tres países le profesarán por siempre.