Se sabe que La Cumbre, localidad enclavada en el norte del Valle de Punilla (Provincia de Córdoba, Argentina), es un lugar en el que la paz y la tranquilidad es un rasgo distintivo. Elegante y erigida entre casonas de estilo inglés, atrae con su clima de montaña, la variedad de actividades y paseos, y una fuerte impronta cultural.

En esa propuesta turística reluce Villa Benitz, Residencias Exclusivas, un lugar con brillo propio que es capaz de generar esa sensación de plenitud como para no querer dejarlo en toda la estadía.

Muy cerca del campo de golf, llegar a Villa Benitz es sumergirse en la calma, la armonía y el buen gusto. Apenas uno ingresa percibe la suave brisa del ritmo lento, mientras un sol tenue baña la construcción roja ladrillo que contiene la recepción y el lugar de desayuno. 

Unas cortaderas se erigen en el parque, contemplando los detalles de antigüedades que dominan el lugar, y la pileta climatizada le termina de dar el encanto que despierta la ansiedad por disfrutar de una vez.

En el resto del predio, el alojamiento se divide entre las habitaciones del hotel, las Casas y las Cabañas, cada una de las cuales posee entrada a cochera independiente desde calles aledañas, que brindan la sensación de “la casa propia”.

En el hotel, las Suites Indian Love, Reina Ana, Luis XVI, Junior Red y Junior Brown son una exquisita combinación de amplitud, confort y calidad, donde los mínimos detalles estéticos y funcionales están contemplados. La Indian Love incluso abre su ventana hacia la segunda pileta del complejo.

Las habitaciones son una delicia: guardan cada detalle cuidado, desde estatuillas artesanales de madera o vasijas de colores, combinadas con la modernidad del mobiliario, cama King Size, ventanas con doble aislación acústica e hidromasaje.

Los espacios comunes del hotel mantienen la línea del resto del complejo y las cabañas: una serie de cuadros originales decoran la sala de estar y el hall de ingreso, junto a arañas de principios de siglo XX y una perfecta combinación de colores entre almohadones y centros de mesa. Una mesa con cafetera invita a degustar un café mientras se recorre con la mirada el parque exterior o los cuadros del salón.

Uno de los rasgos de Villa Benitz invita desde antes de cruzar el umbral: la atención de su personal. La cordialidad, la fluidez en la respuesta y la predisposición, hacen que el pasajero sienta la calidez.

Ese equilibrio entre amabilidad y a la vez intimidad permiten a cualquier pasajero desenvolverse con la mayor comodidad, e incluso favorece la comunicación con otros huéspedes. Es difícil no integrarse al entorno, donde la naturaleza, la decoración y el personal muestran una predisposición digna de destacar.

Por la mañana el desayuno buffet es compartido con un espacio donde se puede apreciar una colección de las viejas máquinas de coser Singer, una caja registradora de principios del 1900, los sifones o candelabros y balanzas antiguas.

Villa Benitz, Residencias Exclusivas, es un lugar para conocer en sí mismo. Un espacio donde la armonía, la tranquilidad, el buen gusto y la cordialidad son el común denominador de la estadía. Uno de esos lugares que quedan atrapados en la memoria y a los que cualquier pasajero siempre quiere volver.