CICLISMO: Porqué salen tan buenos ciclistas de Colombia

Colombia es el país sudamericano más reconocido a nivel mundial por la calidad de sus ciclistas. Pero, ¿cómo lograron encumbrarse a la cima del ciclismo?
La mayoría de los ciclistas colombianos salen de dos regiones: el altiplano cundiboyacense, ubicado en el centro del país, y la región de Antioquia, en el occidente, donde hay ascensos que pueden llegar fácilmente a los 3.000 metros de altura.
Subir y bajar montañas se vuelve una costumbre para los ciclistas colombianos. Y además están a una altura considerable. Desde niños están respirando grueso, como ellos dicen, y cuando se acostumbran a esa altura, la hemoglobina se sube y el hematocrito también.
Para el técnico español Vicente Belda, una de las razones es el trabajo que se ha hecho en algunas regiones de Colombia. "Así encontramos a Nairo Quintana. Con un programa de la Gobernación de Boyacá, citamos a varios jóvenes para empezar a trabajar y entre ellos estaba él, con un potencial increíble", dijo Belda a BBC Mundo.
Esto no es un fenómeno aislado o reciente: los colombianos en los últimos 40 años siempre han estado allí. Primero con el trabajo solitario de Martín Emilio "Cochise" Rodríguez, que ganó un par de etapas del Giro en los años 70 hasta llegar a la gran década de los 80 y los 90 liderada por ciclistas como Lucho Herrera, Fabio Parra, Alvaro Mejía, Alfonso Flórez, Martín Alfonso Ramírez, Santiago Botero, entre otros.
En un artículo publicado en el diario La República, destacan tres razones para este boom: el papel del sector privado, el portafolio de competencias locales y, lo que no es menor, una marca de origen distintiva.
“Los caprichos de la naturaleza hicieron que la cordillera de los Andes se trifurcara en el territorio de Colombia, dividiendo al país entre valles y montañas que explican en gran parte nuestros problemas, pero al mismo tiempo las fortalezas y ventajas competitivas.
Siempre fueron las bicicletas las más populares desde su introducción o llegada a esa Colombia rural, periférica. Eso se plasmó en competencias ciclísticas pioneras desde 1940, año en el que empieza a tomar forma realizar competencias locales que copiaran el Tour de Francia; se montaron clásicas entre Tunja y Bucaramanga; Medellín y Sonsón, y Cali y Popayán. Y solo hasta 1951 pudo ver luz la primera Vuelta a Colombia en caminos polvorientos. Una década más tarde, nació el Clásico RCN, competencia que entre 1961 y 1966 solo consistía en dos etapas, pero que convocaba a los mejores ciclistas nacionales e internacionales”.
Y agrega: “Esas incipientes competencias incubaron el germen de lo que hoy es el exitoso ciclismo colombiano; siempre acompañado por un puñado de empresas que no solo le apostaron a patrocinar corredores y financiar competencias, sino a traer grandes adelantos tecnológicos, y por supuesto, a convertir el ciclismo en un deporte masivo practicado en todos los rincones de Colombia, pues son pocos los fines de semana en los que no haya una competencia de ruta o de montaña en algún pueblo del país”.
Con competencias, empresas patrocinadoras y medios de comunicación comprometidos con el ciclismo llegaron los años 80 y los triunfos empezaron a darse. Primero se iba con la motivación de solo participar en las carreras de una o tres semanas en Europa; luego a ganar etapas; posteriormente a traer camisetas de la montaña o la regularidad, pero solo en estas dos décadas del siglo XXI, la mutación del ciclismo colombiano ha sido para traer campeonatos como la Vuelta a España, el Giro de Italia y el Tour de Francia. Nada de lo que ha tejido el ciclismo nacional es fruto de la suerte, azar o de políticas estatales a largo plazo; ha sido consecuencia del talento, de la naturaleza del ciclista nacional que nace y compite en una geografía agreste, pero ante todo ha sido porque, como en ningún país de la región hay empresas comprometidas por el deporte.
Lo cierto es que mientras Nairo Quintana agrega páginas a la historia del ciclismo, Egan Bernal aparece en el horizonte para dejar su rúbrica en los libros. Egan compite para el equipo INEOS y en 2019 se convirtió en el primer latinoamericano en ganar el Tour de Francia y el ganador más joven en 110 años. La historia tiene continuidad.
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