JAVIER FRANA I: “Antes jugábamos por la camiseta sin tener que besarnos la camiseta”

Por Fabián Sacarelli (*). A comienzos de los años ’90, el
tenis argentino inició un recambio después de que una camada de grandes
tenistas abandonara las canchas. Dejaron de estar Martín Jaite, Alberto
Mancini, Gabriel Markus, Franco Davin, Horacio De la Peña, y ese vacío fue
cubierto, en parte, por un jugador de excepcional personalidad: Javier Frana.



El ex
tenista rafaelino, que pasó por el Córdoba Lawn Tenis para dictar una clínica
privada, se convirtió en ese momento en un referente del tenis argentino. Infaltable
en la Davis a la hora de jugar singles y dobles, de compromiso y
profesionalismo absoluto en época de vacas flacas y un andar sin rumbo, logró
tres títulos (uno de ellos en el césped de Nottingham) y alcanzó el bronce en
dobles en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Muchas de las buenas victorias en
la ensaladera se debieron casi exclusivamente a él. Frana fue el pilar del
tenis argentino, mientras llegó la avanzada de la inolvidable Legión.



-En tu momento fuiste el eslabón entre dos
camadas buenas, ¿eso pasa ahora?

-Estamos en una
etapa de transición, de ver si se establece una nueva camada, una nueva generación.
El desafío de todo país, tenísticamente y deportivamente hablando, es el
recambio generacional. Que la generación de abajo empuje, y fuerce a la de
arriba a mejorar, a sobrevivir y finalmente a superarla, es un proceso natural.
Pero creo que va a ser muy difícil igualar en lo inmediato lo que ha sido esa generación
dorada (la Legión), porque eran muchos, porque todos eran buenos, porque casi
todas las semanas alguno ganaba, porque tuvimos cuatro argentinos en las semis
de un Master 1000 como en Hamburgo, y en Roland Garros llegaron tres de cuatro.
Vivimos una época difícil de igualar tanto por cantidad como calidad. Es difícil
saber en lo inmediato, porque no sabés quién va a poder salir, cuándo pueden
llegar, cuánto tiempo van a durar los que están hoy. Lógicamente que las
condiciones de ser jugador profesional son mucho más difíciles hoy en cuanto a
lo económico, ya desde hace un tiempo está difícil, por eso cada vez hay menos.
Quieras o no, lo económico te afecta también el desarrollo, no solamente que
llegan menos (en cantidad) sino que también el chico se tiene que acomodar a lo
poco que hay, con lo poco que se puede generar.



-Eso afecta la estructura de base.

-Los clubes tampoco
están en una época de bonanza. Históricamente creo que esa generación, la Legión,
tuvo la posibilidad de tener entrenadores que habían sido buenos jugadores, y
que habían nacido en clubes, y que a su vez tuvieron grandes maestros. Fue toda
una cadena. Cuando yo jugaba, los grandes entrenadores estaban en los clubes,
en Ferro, en el Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, en el Jockey Club de Rafaela
o Santa Fe, en el Córdoba Lawn Tenis. Después vino la época en que se privatizó
todo, se fueron a formar academias, y salieron todos de los clubes. Los clubes
no pudieron reciclar y armar esas escuelas formativas que sean de jerarquía y
calidad. Hoy es difícil porque no todos los clubes tienen puesta su energía en
la capacitación de los profesores, en tener una escuela modelo. Así los chicos están
tironeados en el club, porque sienten que no les alcanza, pero tienen que ir afuera
y pagar, y se les hace difícil. Antes te podías desarrollar hasta los 17 en tu
club de origen.



-La única excepción o salvedad a este panorama
oscuro es el talento argentino.

-El deportista argentino
tiene una capacidad de superar las limitaciones, las adversidades, el ir de
visitante, el ser un poco el héroe, de sobresalir y subsistir, y tratar de
reinventarte y hacer lo que sea posible para lograr el objetivo. Si revisas
todos tenemos historias de lo que pasamos. Ver cómo hacer para zafar una
comida, ir y entrenar con una sola raqueta, y tener que arreglártelas, porque
no había estos recursos. Tal vez nuestro temple hace que, ante ese tipo de
situaciones, el volverte y dejar no sea la primera opción, cosa que también pasa
en otras culturas. Se sienten menos cómodas frente a esas adversidades y dicen:
“yo para pasarla mal, me quedo en mi casa. No sé si voy a estar mucho mejor,
pero estoy en mi casa, con mi gente y con mis amigos”. En ese sentido el
argentino es apasionado, y cuando decide hacer un deporte -uno lo ve en el
mundo-, hay jugadores de básquet que han empeñado su vida, en el atletismo, los
deportes individuales nuestros ni hablar. Es lo único que nos salva en algunos
momentos difíciles. Porque cuando uno ve las infraestructuras…, tenías que ir a
jugar por primera vez en cemento y no tenías una cancha en tu ciudad que sea realmente
buena, y en Estados Unidos, en los parques públicos tenías las mejores canchas
de cemento.



-Por unos años fuiste el hombre fuerte del tenis
argentino, ¿qué recordás de esa época?

-Nunca tuve ningún tipo
de intención de ocupar una posición así. No sé si realmente lo fui, ni si lo sentí
de esa manera. Tal vez tenía ciertas convicciones y conductas. Y cuando me tocó
representar a Argentina siempre fue una cuestión incondicional, y quería que
todo el mundo esté con la misma incondicionalidad. “Primero juguemos y después veamos
que nos van a dar, qué hay, qué vamos a recibir. No sé si se vacunarían hoy
contra tifus, fiebre amarilla, cólera, hepatitis, malaria, para ir a jugar a la
India. Y vacunarse, y pastillas, y estar enfermo, y cama…, y a nadie se le
ocurría desertar y no estar presente. Ese nivel de incondicionalidad es lo que
uno arrastró siempre y traté de mostrarlo en la cancha; pero no para ser un
referente o un líder. Es lo que te tocó y lo que ví de los que estaban antes
que yo, no lo impuse, es el espíritu que había en el grupo al cual yo llegué.
Martín Jaite, Miniussi, Mancini, De la Peña, todos los que tuvimos que estar ahí,
le pusimos siempre el pecho. Nadie dejó de jugar, y hemos puesto plata por
jugar. Antes jugábamos por la camiseta sin tener que besarnos la camiseta.



-¿Qué viene ahora para el tenis argentino?

-No me es fácil explicar
el momento en que estamos. Cuando te aparece Del Potro el tenis toma vigencia,
pero a veces te confunde porque él no es la realidad del tenis argentino. Del Potro
es nuestro máximo exponente, uno de los mejores del mundo, tenemos la suerte de
tenerlo acá, pero no es la realidad del tenis porque si sacás a Delpo tenemos
otra realidad. Por suerte Schwartzman está jugando un gran tenis, Pella y Mayer
están tratando de pelearla en el día a día. No soy un experto de análisis pero la
popularidad del tenis la ganó en gente que no juega al tenis y que quizá no
vaya a jugar nunca. Se ganó la TV en los ratings porque ven más tenis, pero no
significa que los chicos jueguen más al tenis.

-La variable son los resultados.
-Cuando a Del Potro le va bien,
las escuelas tienen un índice alto de asistencia, y sino se empieza a caer. Me confunde,
si dependemos de un jugador, ¿cuál es la realidad? ¿Ser campeones de Copa Davis
o ser de la B?. ¿Dónde nos ponemos? Lo que es Copa Davis refleja perfecto esa situación.
Ponés a Del Potro con Schwartzman que acompañe y decís “ganaron tal torneo,
hicieron semi del US Open, el otro ganó no sé qué”. Sacas eso y nos fuimos a la B. Obvio que ninguna de las dos es la realidad, pero es difícil
ubicarnos en el momento. Por otra parte hay que ver qué viene abajo y abajo
está difícil. Es un esfuerzo enorme que hacen y no está tan fácil salir.


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